El verdadero intercambio es el cultural
- Comunicación Institucional
¡No! ¿Por qué Colombia? Esa fue la exclamación de todos los padres de los estudiantes de intercambio al enterarse de que sus hijos vendrían a estudiar a nuestro país. Lo que no sospechaban era que los jóvenes se enamorarían de Colombia y en su estadía en Ibagué se saborearían los dedos con el delicioso tamal tolimense, ni qué hablar del aguardiente, que ya los puso a bailar desde salsa hasta champeta.
Ana Aranda Santana, Karla García Muñoz, Ilse Berenice Pérez Hernández, Luis Samael Cobos, Octavio Martínez y Jonathan Humberto López Cordero, de México; María Agustina Bonato y Germán Di Costanzo, de Argentina, y completando el grupo de estudiantes de intercambio, Monika Kindslehner y Jonathan Araujo Perozin, de Austria y Brasil, respectivamente.
Los alumnos de intercambio llevan poco más de un mes en Colombia y sus perspectivas, aunque diversas, arrojan un mismo resultado; nuestro país les ha parecido espectacular y su opinión referente a la Universidad de Ibagué no es menor. Algo que les ha parecido muy atractivo es el campus de la Institución, destacan el verde de las praderas y las apariciones espontáneas de las ardillas.
Aunque su estadía en la Capital Musical es relativamente corta, ya han vivido varias experiencias que seguramente les costará olvidar y, claro, aún faltan muchas historias por escribirse. Todos ellos cuentan con la fascinante oportunidad de convivir con familias ibaguereñas, lo que les hace apreciar intercambio cultural en su máxima expresión. Tanto así que en el léxico de alguno de ellos ya se les escapan términos como “chévere” o “vacano”.
Todo es aprendizaje y asombro, o si no, que lo confirme Agustina, de Argentina, quien aún no puede entender por qué la familia de la casa donde se hospeda no cena en la misma mesa.
Todo es aprendizaje y asombro, o si no, que lo confirme Agustina, de Argentina, quien aún no puede entender por qué la familia de la casa donde se hospeda no cena en la misma mesa.
La experiencia plena
Jonathan, de Brasil, es, quizás, uno de los más afortunados. La familia con la que comparte se ha encargado de hacerle cada día un plato típico distinto. ¡Qué afortunado es! Por su parte, los chicos de México han amado a plenitud la gastronomía colombiana y ya han probado el tamal, la lechona, el sancocho, el ajiaco y la bandeja paisa y les ha parecido “a todo dar”, eso sí, aseguran que con un poco de fuerte picante sabría mejor.
Ellos también están maravillados con las grandes similitudes que guardan las culturas de los dos países, jamás imaginaron que en Colombia amáramos los mariachis tanto como ellos o que en nuestros reproductores de música existieran tantas canciones de artistas del país manito.
Agustina y Germán extrañan la exquisita carne representativa de su país, los riquísimos asados argentinos, pero aseguran que pueden sobrevivir sin ella mientras conocen el territorio colombiano. Los dos deberían "pegarse" una rodadita por los Llanos Orientales, quizás así puedan calmar un poco su antojo.
Pero si de riqueza y de aprendizaje cultural hablamos Monika Kindslehner, de Austria es la más afortunada. Ella desde hace ya tiempo es una apasionada por las raíces latinas y estar en Colombia es un sueño hecho realidad. Monika disfruta de las montañas, el clima tropical, la variedad de frutas y verduras que no logra vivenciar en Austria, además, le encanta la cordialidad y amabilidad de los latinos. ¡Punto para nosotros!
Puede que en ocasiones ellos extrañen a sus familias, pero, con todas las herramientas de comunicación a la mano, el contacto con los seres queridos es constante. Sin embargo, los diez estudiantes se han convertido en la mejor compañía, hacen planes juntos y seguramente formarán una amistad que romperá con las fronteras.
Por ahora no están dispuestos a perder el tiempo, ya han salido a bares de la ciudad animando la fiesta al son del aguardiente típico y el resultado no ha sido otro que terminar bailando salsa choke y una terrible jaqueca al día siguiente, y cómo no, si afirman que ha sido el trago más fuerte que han tomado en su vida.
Los estudiantes de intercambio esperan que su estadía en Colombia les alcance para conocer lugares como Cartagena o el Amazonas y, así, al llegar a sus naciones de origen, den cuenta de que nuestro país es un renacer y está más que preparado para recibir a todos los que lo quieran visitar.